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Juego de niños. La zapatilla y el lego que asombró al mundo

LEGO/ARMANDO AVALOS

Por: Armando Avalos

Estaba hace unas semanas en la selva de Ucayali, y veía con atención a un grupo de niños jugando canicas en el piso de tierra. Lucían emocionados y se reían a carcajadas. Calculaban cual científicos el ángulo de la bolita y la distancia que una de ellas tenía con respecto a otra. Lanzaban las bolas como obuses que impactaban con la bola rival y luego caía con suma precisión en un hueco que habían hecho con un palito.

En ese momento me quedé pensando cual afortunados son estos niños de nuestras provincias de aún disfrutar de los juegos artesanales y vivenciales. Algo que en las ciudades se esta perdiendo y la nueva generación de nativos digitales realiza cada vez menos.

Me preguntaba ¿los juegos tecnológicos condenarán a nuestros niños a ser menos creativos? La respuesta parecía obvia, pero felizmente la historia que les voy a contar demuestra que no todo está perdido y que pese a los avances tecnológicos el deseo de los niños de dominar un juego con maestría, es una moneda social que buscan para impresionar a sus compañeros y si los padres lo saben usar a su favor, los puede impulsar a practicar esos juegos reales y vivenciales que les llenará el alma y los hará sentirse unos campeones.

Pero como las novelas mexicanas, la buena noticia comienza con una mala. El 2004, la trasnacional empresa danesa de juguetes LEGO encomendó realizar un estudio de Big Data sobre las razones por las que los niños “modernos” o “nativos digitales” ya no consumían como antes sus famosos bloques de construcción.
Las conclusiones no pudieron ser mas trágicas. El estudio concluyó que las generaciones futuras perderían el interés por el LEGO. Afirmaba que los nativos digitales carecían de tiempo, de la paciencia para seguir jugando LEGO, que al jugarlo se quedarían rápidamente sin ideas y sin argumentos para construir cosas con los bloques. Es más, sostenía el estudio, que los niños de este siglo XXI perderían poco a poco la fantasía y creatividad ya que los videojuegos están haciendo la mayor parte del trabajo por ellos.

EL NIÑO DE LA ZAPATILLA ROTA
Con este pronostico tan sombrío, muchos aconsejaron a LEGO variar el rumbo de sus negocios, pero la empresa siguió apostando por su producto y realizó un estudio donde científicos como Martin Lindstrom caminaron pueblos buscando niños que aun practicaban el juego LEGO. buscaban conocer, qué era lo que les impulsaba a estos niños, a usar su tiempo en construir cosas con sus bloques. Y fue un niño de 11 años de un pueblo de Alemania que con su relato sincero y apasionado cambió el rumbo de la industria de juguetes.

Cuando entrevistaron al niño, contó que además de los juegos LEGO le encantaba jugar monopatín y mostró orgulloso el objeto más valioso que tenía. Unas viejas zapatillas. El pequeño mostró cómo la zapatilla estaba desgastada de un lado por las piruetas que había hecho con su monopatín y eran la prueba de que era el “mejor jugador” de monopatín de su pueblo.

El equipo de LEGO comprendió que las teorías que indicaban que la comprensión del tiempo y la gratificación inmediata que supuestamente buscan exclusivamente los nativos digitales eran una gran mentira.
Inspirados en el relato de este niño germano de 11 años y sus zapatillas viejas, comprendieron que lo que mas llena el alma de un niño es el reconocimiento de sus pares, jugando y logrando un alto rendimiento en algún juego. Siendo “maestros” o “campeones” en ello. No importa el tiempo que les cueste dominar el juego, lo que les interesa es poder “mostrar” al mundo que son los mejores.

Ello impulsó a LEGO a confiar en su producto y apostar en entregar a los niños bloques mas pequeños en sus cajas, con más retos y desafíos solo para los ases en el manejo de estos juegos.
El relato del niño alemán cambió el rumbo del negocio de los juguetes, permitió a LEGO diversificar sus ofertas con bloques para aquellos niños amantes de los retos, apostó luego por hacer películas que incentivaban esta práctica, las ventas de merchandising se dispararon y por primera vez en la historia LEGO superó a Matel como mejor fabricante de juguetes en el mundo.

Si usted ve a sus hijos usando mucho los videojuegos no gana nada prohibiéndole su práctica, dele a su hijo también otras opciones. Inscríbalo en clases de natación, de ciclismo, de baile de aquello que a él le despierte interés y sobre todo algo que le permita mostrar que es el mejor.

A veces la respuesta se la dará su propio hijo. Como el mío, muy aficionado a los videojuegos y que el otro día me pidió que le comprara una pelota porque dice que “quiere ser el mejor arquero” del barrio. Aprovechemos esas ventanas que nos abren los chicos en su mundo, para meternos camufladamente y ayudarlos a perfilar su camino. Porque el juego es la forma mas divertida y emocionante de pasar el tiempo con ellos y guiarlos como jugando.

Por MAURIPOOL