ANDINA El Perú es uno de los tres países con mayor número de aves en el mundo, con 1,852 especies registradas, de las cuales 105 son endémicas, es decir, viven únicamente en nuestro territorio. Esta gran riqueza natural lo convierte en un destino muy apreciado para abastecer el mercado ilegal de fauna silvestre.
De las aves, particularmente los loros son las especies de aves que tienen mayor demanda por los traficantes de animales por su colorido, fácil adaptación al cautiverio y relativo fácil cuidado.
La especie más cotizada es el guacamayo rojo y verde (Ara chloropterus), por la que los comerciantes llegan a pagar 227 dólares en promedio por cada ejemplar extraído ilícitamente de la Amazonía, donde vive esta ave de comportamiento gregario. Llega a medir hasta 47 centímetros de alto. Su reproducción está limitada por la disposición de los nidos de los árboles grandes con buena cobertura vegetal que pueden ser utilizados como nido por décadas. Este tipo de ave jugó un rol muy importante como inspiración artística en culturas preincaicas como la Mochica. Su presencia sugiere que sus coloridas plumas fueron usadas para la elaboración de tocados.
Otra especie de gran demanda y cotización es el cernícalo americano (Falco sparverius), que vive a lo largo de la costa y los Andes peruanos, desde Tumbes y Cajamarca hasta Tacna y Puno. Llega a crecer hasta los 30 centímetros de alto y ocupa el primer lugar entre las aves rapaces más traficadas en el Perú, con una cotización de hasta 60 dólares por ejemplar en promedio. Es preferida por los traficantes ilegales para abastecer a los aficionados a la cetrería (práctica de crianza y adiestramiento de aves rapaces).
El loro máscara roja (Psittacara mitratus) se caracteriza por ser el único ejemplar de loro que no presenta color rojo en sus alas. Esta ave puede ser observada al este de los Andes, entre los 1,600 y 3,400 metros de altitud, en las regiones de Huánuco, Pasco, Junín, Huancavelica, Ayacucho y Cusco. Su cotización en el mercado ilegal puede llegar hasta los 43 dólares en promedio por cada ejemplar, que en su etapa adulta llega a medir 29 centímetros de alto.
Los traficantes también prefieren al loro cabeza gris o “pedrito” (Aratinga weddellii), que es la tercera ave más afectada por el tráfico ilícito de fauna silvestre en el Perú. Habita en el bosque húmedo tropical, en las regiones de Loreto, Amazonas, San Martín, Ucayali y Madre de Dios, y es requerido por su docilidad y fácil adaptabilidad al cautiverio. Llega a medir 27 centímetros de alto en su edad adulta. Su cotización alcanza los 69 dólares por ejemplar en promedio, en el mercado ilegal de fauna silvestre.
En el mercado ilícito de fauna silvestre es muy requerido el pihuicho de ala amarilla (Brotogeris versicolurus), que es la especie más traficada en los últimos quince años con más de 15,000 individuos decomisados por las autoridades. Esta especie, que llega a medir hasta 25 centímetros de alto en su edad adulta, vive en la Amazonía de las regiones Loreto y Ucayali, y anidan en agujeros existentes en troncos y termiteros vulnerados por cazadores furtivos. Estos incluso llevan niños a capturarlos porque sus manos ingresan con mayor facilidad en las madrigueras. Los traficantes llegan a pagar 17 dólares por cada ejemplar en promedio.
La lista de aves más demandadas por los comerciantes ilegales de fauna silvestre está constituida también por el botón de oro (Sicalis flaveola), que llega a medir hasta 13.5 metros de alto en su edad adulta. Esta especie se adapta a ambientes urbanos. Es habitual encontrarlas en jardines y parques. Son muy territoriales y pelean hasta la muerte por espacio y jerarquía. De ahí que en Brasil sean muy apreciadas en países como Brasil como aves de pelea. Los traficantes llegan a pagar 15 dólares en promedio por esta especie en peligro de extinción.
De acuerdo a los registros del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), entre los años 2000 y 2016, las aves silvestres fueron los animales más decomisados, con más de 28,000 individuos en todo el país.
Tráfico ilegal
Se denomina “cosecha” a la captura masiva de pichones. También se utiliza el término “loreadas” para esta actividad ilegal. El traslado se realiza principalmente por vía fluvial hasta los centros urbanos de ciudades como Iquitos y Pucallpa, y desde allí se traslada a las especies en cajas de madera u otros empaques que llegan a contener entre 50 y 150 ejemplares, hasta Lima.