Las tecnologías productivas del proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai como los biohuertos de hortalizas, las parcelas de cultivos, las viviendas saludables con cocina mejorada, los emprendimientos rurales inclusivos, más que la mejora de la economía de las familias, genera cambios en la vida de las personas, como el caso de las mujeres yachachiq, quienes brindan asistencia técnica en todo el proceso de tres años que dura el proyecto.
En las comunidades rurales, hay historias que conmueven hasta el alma: mujeres que estuvieron sumidas en la violencia, en la pobreza y en el desarraigo familiar, mujeres que han dado un giro en sus vidas con Haku Wiñay (en la sierra) y Noa Jayatai (en la selva), proyecto de desarrollo de capacidades productivas y emprendimientos rurales promovido por el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social a través de Foncodes.
Elizabeth Huachacca Chávez es yachachiq, trabaja con 50 familias en caseríos del centro poblado de Macashca, distrito y provincia de Huaraz, en Áncash. Ella es padre y madre para sus tres hijos. Durante muchos años sufrió violencia física y sicológica por parte de su ex pareja. Hoy, gracias al proyecto Haku Wiñay ha salido adelante. “Ya tengo cómo mantener a mis hijos y vivo feliz con ellos. No me falta nada, trabajo en lo que a mí me gusta. Haku Wiñay ha cambiado mi vida y de muchas familias”.
Por su parte, Reyna Herrera Copitán, de la comunidad de Vicos, distrito de Marcará, provincia de Carhuaz, no puede dejar de recordar los momentos tristes que vivió con el padre de su hija. “Por mucho tiempo sufría en silencio, el maltrato de mí pareja. Tenía vergüenza de contar a mi familia y otras personas lo que me pasaba. Hasta que un día, en Lima, cuando fui a una capacitación me animé a dar mi testimonio. Ahí me dijeron: tienes que tomar la decisión de denunciarlo y separarte. Y así lo hice”.
Con la llegada del proyecto Haku Wiñay a su comunidad, Reyna inició una nueva etapa: participó en un concurso de emprendimientos y logró financiamiento para poner en marcha una panadería. “Al principio pensé: la panadería será para hombres, pero después me animé y dije: yo también lo puedo hacer. Ahora, mientras yo vendo mis panes, mi hijita en la puerta de mi casa vende patitas de pollo. Así, ambas ganamos dinerito y salimos adelante”.
Otra de las mujeres que padeció violencia familiar es Graciela Ñope Villegas, quien trabaja como yachachiq del proyecto Haku Wiñay en el centro poblado de Macashca, distrito y provincia de Huaraz. “Con toda mi experiencia de trabajo en el campo, y en una ONG, llegué a ser yachachiq de Haku Wiñay. Un proyecto muy bueno. A las familias les aconsejo que tienen que aprovechar esta oportunidad que da el Estado para mejorar y para salir de la pobreza”.
Similares casos como estos, les ocurren a muchas mujeres en el campo. Los proyectos productivos que promueve el Midis a través de Foncodes brindan oportunidades para que las mujeres rurales fortalezcan sus capacidades, recuperen su autoestima, se empoderen y puedan desplegar sus potencialidades como mujer, madre, ama de casa, campesina, obrera rural, emprendedora o capacitadora como lo son hoy estas tres valientes mujeres que nos han compartido sus historias.
A nivel nacional, más de 200 mil familias trabajan en el desarrollo de capacidades productivas y emprendimientos rurales, de los cuales más de 90 mil son mujeres que participan como usuarias, emprendedoras, yachachiq y líderes de los núcleos ejecutores que gestionan con transparencia proyectos orientados a la inclusión social y económica en el mundo rural.